Aún recuerdo cuando en la primaria me gustaba decir que tenía un montonal de amigos. Ya conocía la maldad y la traición que sobre todo las mujeres somos capaces de demostrarnos entre nosotras, aunque nos consideráramos amigas. Pero bueno, era una niña de menos de 10 años, el mundo seguía siendo color de rosa.
En la secundaria seguí pensando lo mismo, pero ahí comencé a vivir el "te robo a tu amiga" y demás cosas pre-adolescentes que pasan en secundaria. En la prepa fue dónde viví un cambiazo.
No ahondaré en detalles que la verdad ni vale la pena recordar, falsas amistades que te acompañaron durante años y que en este momento ni siquiera son capaces de felicitarte en tu cumpleaños o que inventan mil pretextos para no verte.
Desde entonces mi confianza en las personas es nula. No confío en nadie ni me hago ilusiones de tener amistades ni nada parecido. La gente siempre termina decepcionandote de una u otra manera, así que no me apegoa ellas.
Yo no tengo mejor amiga o amigo, ni alguien a quien decirle mis quejas ni con quien descargarme. Tal vez Aldo a veces cumple esa función, pero como novio, hay algunas cosas que no le puedo contar plenamente.
En fin, el punto es que en este punto, el perder "amistades" no me duele, es parte de mi vida diaria. Creo que también es parte de esta era líquida que vivimos en la actualidad, donde las relaciones interpersonales son efímeras.
No me duele perder amigos, ya no. Sé de qué está hecha la gente y sus intereses y ya no creo falsas expectativas.
Vamos, life goes on. La gente viene y va.
0 respuestas posiblemente agresivas:
Publicar un comentario